lunes, 1 de noviembre de 2010

Un Valencia gris vuelve a ofrecer su peor cara


Todos deseábamos que después del debut copero del equipo gracias al buen resultado obtenido, se volviera a la senda del buen juego. O al menos esperábamos esperanzados conseguir tres puntos fáciles contra el colista de la liga y más jugando en casa.


Decía el entrenador en declaraciones próximas al encuentro que el Valencia tendría que sufrir para ganar en casa. Y es que venimos haciendo mejores partidos fuera que dentro. Cosas del fútbol, que nunca tienen una clara explicación. Como tampoco la tienen el ver como un equipo que no había cuajado una gran pretemporada, empieza la liga a un nivel superior al de muchos, jugando bien en equipo, todos coordinados, bien posicionados, y apareciendo la calidad en las individualidades. Y de repente de la noche al día todo desaparece y se convierte en un equipo ramplón, sin ideas, apático, en el que cualquier rival te desborda y en el que tus posibilidades de ataque se reducen a buscar un centro certero al área que pueda ser cabeceado por Aduriz.


Pocos estarán en desacuerdo si digo que el partido del sábado fue el peor que ha jugado el equipo en lo que va de temporada. Y lo malo es que no se puede apelar a ninguna escusa para defender el lamentable espectáculo que los ches dieron contra el último de la fila. Un equipo que venía con el agua al cuello y con la cabeza del entrenador en el punto de mira, pero que le bastó un enérgico inicio y cerrar bien la defensa para inutilizar por completo todas nuestras armas.

Esta vez la causa del mal juego no la podemos adjudicar al director de orquesta, al menos no directamente. La alineación no sería discutida por la mayoría de la afición, los cambios introducidos tampoco y el sistema creo que poca importancia tuvo en el desarrollo del encuentro. Una de las cosas que más me irritaron fue ver la falta de actitud en la mayoría de jugadores.
No había apoyos en las jugadas. Aduriz tenía que bajar al centro si quería tocar un balón. La posición de Mata como mediapunta dejó en evidencia de nuevo que el llamado a ser referente de la plantilla no podrá ejercer su liderato jugando en esa posición. No es la primera vez que el asturiano juega de enganche y que no consigue trenzar  jugadas entre la media y la delantera.

Por otra parte las bandas tampoco estuvieron acertadas. Lo máximo a lo que llegaron fue a centrar algún balón con cierto peligro pero que no inquieto demasiado al guardameta. De hecho el único cabezazo que traspasó la portería de Toni Doblas fue obra de Lanzaro, casualmente el mismo autor que inauguró el marcador para el Zaragoza. Algo que ya vimos con otro protagonista en Ibrox Park y que es una buena imagen de la ineficacia anotadora que muestra el Valencia en los últimos partidos.

Todos los méritos hechos semanas atrás están yéndose al traste debido al cambio de rumbo que ha experimentado el equipo. Y esto me recuerda muchísimo a la pasada campaña, cuando éramos capaces de perder contra cualquier equipo. Y es que si algo he aprendido viendo fútbol en Valencia es que la misma plantilla estando bien puede enfrentarse con el adversario más temible y hacer un buen partido, pero si está con la cara B como mostró el sábado cualquier rival sea cual sea su nivel te puede machacar.

El fin de semana dejó de esta manera una segunda pitada en la grada, algo que no ayudará en nada a la recuperación del equipo. El que paga tiene derecho a quejarse si lo que ve no le satisface, pero la misma afición ahora tiene un papel crucial el martes ante el Glasgow. El papel de estar junto al equipo y animar al máximo con tal de estar en la próxima ronda de Champions. Algo de vital importancia para el futuro de la entidad y para que sigamos disfrutando de grandes partidos esta temporada. Y es que en Valencia no jugamos 11, jugamos miles, todos con un interés común. Ganar siempre.

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