jueves, 7 de agosto de 2014

La venta según un valencianista más


Confieso que la acción de escribir este blog siempre ha significado para mí un esfuerzo agradable. Una dedicación que pretende satisfacer la necesidad de contar y transmitir de la forma más precisa posible mi sentir como valencianista. Así pues, he usado este sitio para intentar desarrollar sin limites impuestos todo lo que en cada momento deseaba opinar, intentando ser objetivo aún con la subjetividad obvia que implica la inevitable opinión personal. Unas veces las palabras parecían teclearse solas y otras veces me costaba un mundo expresar claramente lo que sentía. El devenir del club no ha ayudado mucho al positivismo necesario a la hora de escribir. Carencias de ilusión, fracasos deportivos, noticias constantes de la decadencia de la entidad y al final del horizonte, el destino inexorable de una temida venta.

Los innumerables propósitos previos de actualizar la bitácora con algo referente a la venta han sido uno a uno tumbados por el pesimismo, el desánimo o la confusión que me llegaba en cada nueva noticia. Este proceso chapucero, farragoso, nido de buitres y falsos profetas ha sido, o por desgracia sigue siendo, como un camino por el purgatorio para miles de valencianistas. Siempre parece que está a punto de terminar y entonces sale algo que lo frena. Parece que Lim y Bankia se ponen de acuerdo, pero siguen reuniéndose, un día, y otro y otro, y todavía están en ello. Da igual que la fundación haya ratificado por dos veces su decisión de vender las acciones a la empresa Meriton (Propiedad de Peter Lim), da igual que estén todas las contingencias prácticamente solventadas, da igual que Lim y sus hombres estén trabajando codo a codo con el club desde que se llegara a un principio de acuerdo por la refinanciación de la deuda del club. Da igual que sin ni siquiera haber nada oficializado y sin el aliciente de jugar en Europa, este Valencia ya genere más ilusión entre la afición que en todo el último lustro.

Tampoco importa que esté demostrado de facto que la única o mejor solución para todas las partes intervinientes en el proceso sea la elegida por el club y la fundación (Dueños de lo que se vende, por cierto). O es que a estas alturas, alguien sigue dudando de que el único camino viable es que Lim se convierta en el máximo accionista del Valencia CF. Se podrá discutir si esta solución era la esperada en el pasado. Se podrá imaginar qué hubiera sucedido si Wanda hubiera continuado en el proceso (Única alternativa realista a la planteada por el singapurense), o si alguna de las demás ofertas presentadas no hubieran sido sometidas, una tras otra, al polígrafo de la verdad, quedando al descubierto los pufos que todas ellas eran en realidad.

Pero lo que no se puede discutir es, que de no confirmarse la venta condicionada que se aprobó el pasado Jueves, este club solo tendrá dos salidas: Una será la de seguir en manos de aquellos que han propiciado el dramático final de este Valencia: Llorentes, secuaces varios, gente afín al poder político que además han dejado a la comunidad en poco menos que una quiebra técnica, fondos buitres como Cerberus (De sobra conocidos), banqueros sin escrúpulos... O lo que es peor, una vieja guardia enmascarada en mesías del valencianismo. Empresarios valencianos dicen algunos, representados bajo el lema Fem Valencianisme, gente que emite comunicados sin ningún rigor, sin credibilidad, incluso sin aplicar la mínima corrección ortográfica y lo hace totalmente a destiempo, como lo hacía hace unos meses la oferta rusa, dejando pocas dudas sobre lo que realmente pretendían: torpedear, crear confusión en el valencianismo o propiciar el hastío y la renuncia de Lim.

La otra posible alternativa, el concurso de acreedores, se prevé como algo dramático, donde el club pasaría a intentar sobrevivir pero con muchas limitaciones. Tendría que informarme bien de los pormenores que conllevaría, pero desde luego, sería una opción a priori absurda, teniendo en cuenta las aspiraciones que pretendían alcanzar al inicio de este interminable proceso de venta, tanto el acreedor mayoritario (Bankia), como el club y el avalista (GV).

Mi posición como valencianista, desde la independencia del aficionado de a pie y con la ventaja de no estar sometido a ninguna corriente editorial o intereses mayores, es la de desear la mejor solución para nuestro equipo. Argumento, el del bien del equipo, con el que muchos se escudan, pero pocos suenan sinceros al pronunciarlo. Hago mención ahora a los medios valencianos, que han aprovechado la situación extraordinaria de desconcierto en el club y en el aficionado para intoxicar, en lugar de para informar y esclarecer de alguna manera los hechos que se han ido produciendo desde aquel sabotaje de Bankia a la junta de accionistas del Valencia.

Pocos son los profesionales que han sabido informar desde la imparcialidad. Haberlos haylos, pero pocos se salvan de la quema.Unos se han limitado a vender cualquier información que despertara dudas y recelo sobre la oferta de Lim. Cualquier acción de Salvo y Aurelio eran sospechosas. Por contra, otros han erigido a estos últimos como líderes salvadores. Hemos vivido enfrentamientos radiofónicos al más puro estilo lucha de raperos. Hemos tenido que tragar verdaderos pufos de noticias a granel, con titulares sensacionalistas y traicioneros, carentes de rigor. En fin, que hemos sido víctimas de unos medios que no han sido sino simples panfletos de su bando en el proceso, abundando sobretodo el del poder político y financiero que pretende seguir mamando de la teta del Valencia CF de una forma o de otra.

Durante los largos ocho meses que llevamos de proceso de venta, ha ido surgiendo toda clase de trapos sucios que escondían las antiguas gestiones del club de Mestalla, algunas tan recónditas o retorcidas que ni siquiera mediante Due Dilligence ha sido posible desgranarlas. Newcoval, Porxinos, querellas contra ex-presidentes, finiquitos pactados a amiguetes, ampliaciones de capital con el beneplácito de entidades públicas y un sin fin de tropelías llevadas a cabo por los dirigentes que se han sentado en el trono de hierro de la entidad durante los últimos años. Estas son solo unas pocas muestras de hasta donde son capaces de llegar algunos por mantener su poder o su influencia, por no hablar literalmente incluso de intentos de secuestro.

La mala noticia para nuestra paciencia es que aún tendremos que esperar a ver cómo termina esto. Mantener la vigilancia con la esperanza de amanecer un día con la noticia de que hay fumata blanca y tenemos nuevo dueño. Convivir día a día practicando el noble acto del filtrado de la verdad entre las noticias publicadas, sin caer en la trampa que algunos ansían de que nos creamos su credo. Conservar un espíritu crítico en estos días con el desgaste que llevamos los valencianistas es duro, pero necesario.

¿Conseguiremos llegar cuerdos al final del proceso? ¿Habrá final algún día? Esperemos que sí y que sea feliz. De momento, solo queda aferrarse al optimismo y a la esperanza de que no hay mal que por bien no venga. Mi fuerza la consigo con la fe de que todo esto sirva para disfrutar de un renovado Valencia. Un club limpio de parásitos, sin cargas y bajo la dirección de una savia realmente nueva, de profesionales modernos y capacitados para reconstruir la imagen dañada de un club que roza el siglo de historia.

Terminaré mi particular punto de vista sobre la venta, con lo único positivo que extraigo aparte de la posible conclusión satisfactoria; lo que ha suponido enterarse de muchas cosas que estaban tapadas, de malas gestiones arrastradas durante años y de que si hay algo bueno que ha producido abrir esta suerte de caja de pandora, sea quizá lo contrario a lo pretendido; un valencianismo despierto ante los fantasmas del pasado, en guardia ante lo que espera, más ilusionado pero a la vez más crítico y con la convicción de que a la mínima que nos desprendamos de los bultos que nos frenan, arrastraremos a nuestro equipo hasta cotas infinitas.

Entradas populares