martes, 14 de octubre de 2014

Volver a disfrutar del fútbol


Como siempre últimamente, me cuesta un mundo actualizar mi descuidada bitácora valencianista. Podría enumerar excusas vagas que seguramente aburrirían a cualquiera. Sin embargo, aquí de lo que se trata es de plasmar en palabras aquello que me ha despertado este querido equipo nuestro durante este fulgurante y prometedor inicio de Liga.

Vale, está claro, no había excusas para no haber hablado de cualquiera de los partidazos protagonizados por el nuevo Valencia de Nuno. Pero no me negaréis que acostumbrados a la espiral de mediocridad en la que la entidad se había sumido en los últimos años, no nos quedaba otro remedio que ser realistas y limitarse a criticar. De esta forma, se había atascado el botón de "negatividad" que todo futbolero lleva dentro, y por más que buscara algo positivo para contar, no era capaz sino de encontrar, si acaso, algo constructivo que criticar, o un halo de esperanza vislumbrado en el Valencia que parecía ir construyendo el bueno de Pizzi (vaya desde aquí mi agradecimiento), un tipo que desde la normalidad otorgó un mínimo de identidad a un equipo que vagaba sin freno por las sendas que llevan al inframundo futbolístico.

Así que, con semejantes antecedentes, este renovado Valencia se disfruta con mayor frenesí si cabe, con cautela por supuesto, pero con una ilusión que se desborda por momentos. Hoy en día, el valencianista que acude a Mestalla se topa ante un estadio rejuvenecido, contempla la nueva piel que luce el santuario coloreada por unos característicos colores con los que la afición se identifica. Acciones como el reformado estadio son vistas como superfluas por aquellos que postergaron la agonía de un Valencia decrépito, los mismos que se enrocan ante las múltiples embestidas de modernidad y saber hacer de los nuevos dirigentes. Y además lo hacen sin argumentos, metiendo mierda disfrazada de buenas pretensiones, amparándose en el bien del Valencia y sirviéndose de unos medios que desinforman o tergiversan cuanto menos.

En fin, no es misión dedicarle más tiempo a estos señores que critican lo que no supieron / no quisieron hacer cuando pudieron y que no saben decir adiós. Lamentablemente tendremos que seguir aguantando artículos nefastos y vomitivos en espera de que la interminable venta concluya y se afiancen de una vez las buenas sensaciones que nos transmite el equipo. Queda por tanto esa espinita en forma de firma que no llega y que nos impide disfrutar del placer de ver fútbol, exclusivamente y sin más preocupaciones que el ver si entra la pelotita.

Pero señores, esta historia pretende narrar los primeros pasos de una nueva aventura de éxitos, poner las bases para relatar las hazañas de un Valencia 2.0, del Valencia que hemos visto en estos siete partidos, del equipo de jóvenes promesas que ya ha demostrado más hambre, talento, profesionalidad y efectividad en este corto espacio de tiempo que otras supuestamente mucho más experimentadas. Al igual que su entrenador, cuya apuesta arriesgada y discutida por muchos, incluido yo, está demostrando que en el fútbol no hay reglas de oro.

Cuando ya ni imaginábamos que un entrenador sin apenas experiencia, un experimento más, pudiera liderar la plantilla de un proyecto para aspirar a todo a corto/ medio plazo, llega el menos pintado y nos da a todos una lección. Nos hace soñar de nuevo como lo hizo ese mito llamado Benítez. Llega para instaurar en cuatro días el #Nunismo. Solo así se explica como en apenas 3 meses ha conformado un equipo de caras nuevas como si se conocieran de toda la vida. Vemos conceptos de juego que antes o no existían o se aplicaban de pena, que junto a la notable mejora en la calidad individual han situado al equipo segundo en Liga, invicto y con unos guarismos impresionantes y tan solo por detrás del Barcelona de Luis Enrique.

Pero las bondades de este nuevo Valencia no acaban en la estadística. Este equipo funciona, hay un once definido y el jugador que sale es sustituido por alguien que lo hace igual o mejor. A este equipo se le intuye carácter ganador, tiene líderes en todas sus líneas. Es imposible no destacar en este inicio a Otamendi, Gayá, Javi Fuego, André Gomes, Alcácer y Rodrigo, pero es que es injusto no nombrar a todos y cada uno de los futbolistas de la plantilla. La cantera sale y lo borda. El campo se llena como ni se recordaba. Mestalla vuelve a ser un fortín en el que la primera víctima de peso ha sido el mismísimo Atleti del Cholo Simeone, haciendo patente la victoria del recién bautizado Nunismo frente a ese Cholismo que consiguió erigir a los suyos como campeones la pasada campaña.

Podríamos escribir un tocho infumable simplemente comparado el fútbol visto en estos 7 choques con los vistos temporadas anteriores, pero se haría muy largo y otros lo hacen mejor que yo. Tiempo habrá de poder ir confirmando esta notoria e ilusionante mejoría. Me quedo con los goles, con la seguridad defensiva, no solo individual sino colectiva, las basculaciones, los repliegos, la presión, la salida rápida a la contra, alternativas en el juego, eficacia anotadora, concentración, contundencia y un sinfín de apelativos a duras penas usados estos últimos tiempos. Que siga la fiesta del fútbol. Que no pare la ilusión, Que se firme ya, que no nos agobien más, que nos dejen disfrutar a los Ches!. #JuntsTornem!

Imagen extraida de www.Valenciacf.com

jueves, 7 de agosto de 2014

La venta según un valencianista más


Confieso que la acción de escribir este blog siempre ha significado para mí un esfuerzo agradable. Una dedicación que pretende satisfacer la necesidad de contar y transmitir de la forma más precisa posible mi sentir como valencianista. Así pues, he usado este sitio para intentar desarrollar sin limites impuestos todo lo que en cada momento deseaba opinar, intentando ser objetivo aún con la subjetividad obvia que implica la inevitable opinión personal. Unas veces las palabras parecían teclearse solas y otras veces me costaba un mundo expresar claramente lo que sentía. El devenir del club no ha ayudado mucho al positivismo necesario a la hora de escribir. Carencias de ilusión, fracasos deportivos, noticias constantes de la decadencia de la entidad y al final del horizonte, el destino inexorable de una temida venta.

Los innumerables propósitos previos de actualizar la bitácora con algo referente a la venta han sido uno a uno tumbados por el pesimismo, el desánimo o la confusión que me llegaba en cada nueva noticia. Este proceso chapucero, farragoso, nido de buitres y falsos profetas ha sido, o por desgracia sigue siendo, como un camino por el purgatorio para miles de valencianistas. Siempre parece que está a punto de terminar y entonces sale algo que lo frena. Parece que Lim y Bankia se ponen de acuerdo, pero siguen reuniéndose, un día, y otro y otro, y todavía están en ello. Da igual que la fundación haya ratificado por dos veces su decisión de vender las acciones a la empresa Meriton (Propiedad de Peter Lim), da igual que estén todas las contingencias prácticamente solventadas, da igual que Lim y sus hombres estén trabajando codo a codo con el club desde que se llegara a un principio de acuerdo por la refinanciación de la deuda del club. Da igual que sin ni siquiera haber nada oficializado y sin el aliciente de jugar en Europa, este Valencia ya genere más ilusión entre la afición que en todo el último lustro.

Tampoco importa que esté demostrado de facto que la única o mejor solución para todas las partes intervinientes en el proceso sea la elegida por el club y la fundación (Dueños de lo que se vende, por cierto). O es que a estas alturas, alguien sigue dudando de que el único camino viable es que Lim se convierta en el máximo accionista del Valencia CF. Se podrá discutir si esta solución era la esperada en el pasado. Se podrá imaginar qué hubiera sucedido si Wanda hubiera continuado en el proceso (Única alternativa realista a la planteada por el singapurense), o si alguna de las demás ofertas presentadas no hubieran sido sometidas, una tras otra, al polígrafo de la verdad, quedando al descubierto los pufos que todas ellas eran en realidad.

Pero lo que no se puede discutir es, que de no confirmarse la venta condicionada que se aprobó el pasado Jueves, este club solo tendrá dos salidas: Una será la de seguir en manos de aquellos que han propiciado el dramático final de este Valencia: Llorentes, secuaces varios, gente afín al poder político que además han dejado a la comunidad en poco menos que una quiebra técnica, fondos buitres como Cerberus (De sobra conocidos), banqueros sin escrúpulos... O lo que es peor, una vieja guardia enmascarada en mesías del valencianismo. Empresarios valencianos dicen algunos, representados bajo el lema Fem Valencianisme, gente que emite comunicados sin ningún rigor, sin credibilidad, incluso sin aplicar la mínima corrección ortográfica y lo hace totalmente a destiempo, como lo hacía hace unos meses la oferta rusa, dejando pocas dudas sobre lo que realmente pretendían: torpedear, crear confusión en el valencianismo o propiciar el hastío y la renuncia de Lim.

La otra posible alternativa, el concurso de acreedores, se prevé como algo dramático, donde el club pasaría a intentar sobrevivir pero con muchas limitaciones. Tendría que informarme bien de los pormenores que conllevaría, pero desde luego, sería una opción a priori absurda, teniendo en cuenta las aspiraciones que pretendían alcanzar al inicio de este interminable proceso de venta, tanto el acreedor mayoritario (Bankia), como el club y el avalista (GV).

Mi posición como valencianista, desde la independencia del aficionado de a pie y con la ventaja de no estar sometido a ninguna corriente editorial o intereses mayores, es la de desear la mejor solución para nuestro equipo. Argumento, el del bien del equipo, con el que muchos se escudan, pero pocos suenan sinceros al pronunciarlo. Hago mención ahora a los medios valencianos, que han aprovechado la situación extraordinaria de desconcierto en el club y en el aficionado para intoxicar, en lugar de para informar y esclarecer de alguna manera los hechos que se han ido produciendo desde aquel sabotaje de Bankia a la junta de accionistas del Valencia.

Pocos son los profesionales que han sabido informar desde la imparcialidad. Haberlos haylos, pero pocos se salvan de la quema.Unos se han limitado a vender cualquier información que despertara dudas y recelo sobre la oferta de Lim. Cualquier acción de Salvo y Aurelio eran sospechosas. Por contra, otros han erigido a estos últimos como líderes salvadores. Hemos vivido enfrentamientos radiofónicos al más puro estilo lucha de raperos. Hemos tenido que tragar verdaderos pufos de noticias a granel, con titulares sensacionalistas y traicioneros, carentes de rigor. En fin, que hemos sido víctimas de unos medios que no han sido sino simples panfletos de su bando en el proceso, abundando sobretodo el del poder político y financiero que pretende seguir mamando de la teta del Valencia CF de una forma o de otra.

Durante los largos ocho meses que llevamos de proceso de venta, ha ido surgiendo toda clase de trapos sucios que escondían las antiguas gestiones del club de Mestalla, algunas tan recónditas o retorcidas que ni siquiera mediante Due Dilligence ha sido posible desgranarlas. Newcoval, Porxinos, querellas contra ex-presidentes, finiquitos pactados a amiguetes, ampliaciones de capital con el beneplácito de entidades públicas y un sin fin de tropelías llevadas a cabo por los dirigentes que se han sentado en el trono de hierro de la entidad durante los últimos años. Estas son solo unas pocas muestras de hasta donde son capaces de llegar algunos por mantener su poder o su influencia, por no hablar literalmente incluso de intentos de secuestro.

La mala noticia para nuestra paciencia es que aún tendremos que esperar a ver cómo termina esto. Mantener la vigilancia con la esperanza de amanecer un día con la noticia de que hay fumata blanca y tenemos nuevo dueño. Convivir día a día practicando el noble acto del filtrado de la verdad entre las noticias publicadas, sin caer en la trampa que algunos ansían de que nos creamos su credo. Conservar un espíritu crítico en estos días con el desgaste que llevamos los valencianistas es duro, pero necesario.

¿Conseguiremos llegar cuerdos al final del proceso? ¿Habrá final algún día? Esperemos que sí y que sea feliz. De momento, solo queda aferrarse al optimismo y a la esperanza de que no hay mal que por bien no venga. Mi fuerza la consigo con la fe de que todo esto sirva para disfrutar de un renovado Valencia. Un club limpio de parásitos, sin cargas y bajo la dirección de una savia realmente nueva, de profesionales modernos y capacitados para reconstruir la imagen dañada de un club que roza el siglo de historia.

Terminaré mi particular punto de vista sobre la venta, con lo único positivo que extraigo aparte de la posible conclusión satisfactoria; lo que ha suponido enterarse de muchas cosas que estaban tapadas, de malas gestiones arrastradas durante años y de que si hay algo bueno que ha producido abrir esta suerte de caja de pandora, sea quizá lo contrario a lo pretendido; un valencianismo despierto ante los fantasmas del pasado, en guardia ante lo que espera, más ilusionado pero a la vez más crítico y con la convicción de que a la mínima que nos desprendamos de los bultos que nos frenan, arrastraremos a nuestro equipo hasta cotas infinitas.

viernes, 2 de mayo de 2014

Valencia 3 - 1 Sevilla: El sabor amargo del fútbol




Escribo esto mientras el mítico Julio Insa y su equipo me acompañan en un maratón radiofónico de los que surgen en los buenísimos y en los malísimos momentos. Hoy lamentablemente es de los malos, de los dolorosos, de los de no poder conciliar el sueño, de los de no encontrar consuelo en nada. Es una noche de duelo para el valencianismo y de pasarlo mal por lo que pudo haber sido y no fue. Esta noche me embarga la tristeza como hacía años que no sentía. No solo por ver a mi equipo del alma perder una semifinal, sino por la forma en la que sucedió, porque el fútbol fue de nuevo injusto con el Valencia y suma con el gol in extremis de Mbia una deuda más a esta grandísima afición, una afición que se levantará de nuevo con más fuerza, sabedora que mientras permanezca unida como hoy, o como la gran remontada contra el Basilea, mientras no pierda la esperanza y mantenga el sentimiento blanquinegro intacto, algún día verá sus penurias recompensadas y volverá a inundar las calles con orgullo, celebrando que el valencia Cf vuelve a estar en las alturas.

Hoy nos despertaremos y nos dolerá aún, recordaremos el infortunio en el último suspiro que nos privó de estar en una nueva final europea, pero a su vez albergaremos un sentimiento capaz de luchar y vencer a ese sabor amargo que se te queda al perder una eliminatoria injustamente y en el último minuto. Ese sentimiento se llama orgullo, porque cuando el equipo lo da todo y se vacía en el campo, cuando los jugadores dignifican el escudo que luce en sus camisetas, nosotros siempre les apoyaremos, porque podremos estar orgullosos de alzar la voz y afirmar que somos del Valencia CF.

Más allá de la pésima temporada liguera del equipo, inmerso en el esperpéntico proceso de venta que padecemos día a día, cosa que no ayuda en absoluto. El partido de ayer debe ser la confirmación del despertar de esta afición, adormecida durante años por personajes mediocres, antivalencianistas y mala gente en general que intentó instalarnos en la cabeza la idea de equipo pequeño. El Valencia no ha tenido ayuda de nadie, ha sido utilizado, maltratado por el arbitraje, pisoteado por la Uefa y por la federación y sigue en pie. Llevamos años deseando tener un equipo peleón, con garra, con hambre de títulos, con personalidad y que sienta los colores, creo que esto se puede lograr, de hecho creo que se está logrando. Se está aunando la afición con el equipo, este año se ha ido enchufando Mestalla, cuyo colofón brutal ha sido el tremendo apoyo mostrado al equipo por la afición. Desde las redes sociales la gente se informa, se mantiene expectante ante los buitres que amenazan con utilizarnos y aprovecharse de nuestro patrimonio como si fuera carroña de la que alimentarse. 

Toca hacernos fuertes, creer en que Salvo conseguirá lo mejor para el futuro de nuestro Valencia y que volveremos a disfrutar de noches como la de ayer pero con mejor final. Demostraremos al mundo que nunca hemos dejado de ser grandes y que esta afición es campeona pase lo que pase en el césped. Lucharemos contra las adversidades que nos vengan, contra presidentes inútiles con único afán lucrativo, contra el falso fair play de las instituciones y contra la prensa amarilla e interesada que tergiversa a su antojo. Volveremos a levantar títulos y no me rendiré hasta ver al Valencia levantar una Champions. Tampoco me rendiré y dejaré de criticar los maltratos al Valencia, las injusticias que dejan sin jugar a un chaval como Paquito Alcácer, la vomitiva celebración del que creía mejor persona, un Unai Emery que tuvo ayer la potra que le faltó entrenando precisamente al Valencia y no dudó en celebrarlo cual hooligan desatado, un tipo que tiene la insignia de oro y brillantes del escudo del Valencia y que además no se arrepiente de tal desmesurada reacción. Una insignia inmerecida otorgada por un expresidente impropio de tal cargo y al único servicio de amigos y banqueros.

Finalizo con dolor pero orgulloso de mi equipo y mi afición citando una frase dicha por nuestro presidente en la noche de hoy. "Millones de murciélagos podrán con algún buitre" Amunt Valencia!

imagen extraída del facebook oficial del VCF

viernes, 11 de abril de 2014

Valencia 5 - 0 Basilea. Remontada histórica.


Y se hizo el éxtasis, se consiguió lo imposible, o mejor dicho, lo que muchos habíamos olvidado que era posible, porque en fútbol y especialmente en Valencia todos sabemos que sin fe este deporte no se entiende, que en muchas ocasiones el fútbol es anti matemático, que las malas rachas se rompen cuando menos te lo esperas y que cualquier noche puede ser gloriosa y convertirse en leyenda para una afición. La noche de ayer quedará grabada en la retina de todos los sufridores valencianistas que añorando tiempos mejores creyeron en la remontada imposible, la que permitiera soñar con una final en Turín, un sueño cada vez más real, el sueño de levantar una copa europea de nuevo. Después de tanto sinsabor, después de tantos años de apatía, indolencia, fracasos y ilusiones rotas, esperamos esa gesta que nos devuelva a un Valencia campeón. Ojalá esta magnífica remontada sea más que un oasis en la nada, ojalá se convierta en el punto de inflexión que despierte el orgullo de un equipo, el hambre de victorias y la fortaleza de un Valencia digno de admirar.

Siendo justos, he de decir que no creía del todo en la posibilidad de obrarse la gesta que se pudo contemplar ayer en Mestalla y eso que siempre me he considerado optimista hasta la médula con mi Valencia. Pero uno lleva ya muchos palos y además la trayectoria de este equipo venido a menos en cuanto a calidad y coraje no inspiraba demasiada confianza. La última entrada antes de esta hablaba de lo que significaba ganar al Barsa, fue un primer paso para volver a la grandeza, pero lamentablemente no tuvo la continuidad deseada y el equipo zozobró en liga poco a poco, haciendo que el precoz efecto Pizzi se diluyera como un azucarillo de ilusión en una taza de indolencia caliente. El colofón del pesimismo vino en el partido de ida de Basilea, donde vimos una primera mitad lastimosa indigna de un equipo que se juega la única posibilidad de luchar por algo en una temporada mediocre.

Sin embargo, lo que después del 0-3 de la ida eran todo lamentos, no tardaron en ir tornándose en pequeños motivos por el que creer en obrar el milagro, la afición se concienció y una vez más se dejó la pasta, sacó la última reserva de ilusión y fe y acudió en masa al santuario para animar con sus gargantas a los jugadores, expoleándolos ya desde su llegada al estadio y siguiendo en las gradas con una animación que rememoraba viejas noches de Champions de épocas doradas.


Con un público entregado el partido comenzó, el equipo se puso el mono de trabajo y yendo de menos a más fue rompiendo la férrea defensa que había planteado el rival, cuya única misión fue en todo momento aguantar el resultado. Fueron pasando los minutos y las ocasiones se resistían pero el dominio claro del Valencia esta vez tuvo sus frutos. Paco Alcácer, quién si no?, abrió la lata, y con ello dio el empujón necesario para que afición y equipo comulgaran en una misma idea, esta vez plasmada en un premonitorio y a la postre certero hashtag, #reAMUNTada. A partir de ahí, el equipo fue otro. Se quitó las ataduras, los miedos y empezaron a calcar el guión perfecto para una remontada histórica. Las embestidas de los blanquinegros eran cada vez más fuertes y con más convicción y así se llegó al descanso con el 2-0 en el marcador, gracias al segundo tanto marcado por un Vargas que rompía de la mejor manera posible su mala racha de cara a puerta, rematando de cabeza un corner y poniéndo al segundo palo un balón imposible para el guardameta Sommer.

El segundo tiempo fue de nuevo un monólogo valencianista que fue arrinconando al Basilea con una superioridad de escándalo, tanto en posesión, como en ocasiones y sobre todo en esfuerzo físico alentado por los cánticos de la grada. Esa entrega física tan esperada llegó y no cesó hasta el pitido final de la prórroga, porque el partido tuvo 120 minutos de un fútbol vibrante de nuestro Valencia. El tercer gol, obra de Alcácer dejaba en tablas la eliminatoria y pese a que el mismo Paquito tuvo en sus botas la oportunidad de evitar el tiempo extra, no fue hasta la segunda parte de la prórroga donde el balón quiso entrar y esta vez sí, el de Torrent aprovechó un buen centro de Pablo Piatti, para hacer gala de su especialidad, el remate al primer palo, el balón se coló en la portería, Paquito miraba al cielo dedicándole esa gran noche a su Padre y miles de gargantas estallaban al unísono de alegría celebrando que la remontada se había logrado.

Después del 4-0, aún quedaban unos minutos que aguantar, pero las expulsiones sufridas por el equipo suizo y el buen hacer del conjunto Ché no dieron tregua y se produjo el éxtasis en el quinto y último tanto anotado por Juan Bernat, otro canterano que bien merece tal premio después de la magnífica temporada que está cuajando. Con la manita acabó el partido y se consiguió el pase a semifinales donde esperará el Sevilla de Emery, último y duro obstáculo antes de la final soñada de Turín.


Termino la crónica haciendo mención especial a una piezas claves que ojalá sean la piedra angular del Valencia de este Rufete y Pizzi. Ayer por fin existió ese líder tan necesario en cada línea de un equipo. Atrás comandando un impresionante Mathieu, un tímido francés que a base de trabajo, dedicación y entrega se ha ganado con creces ejercer la capitanía blanquinegra. En la media, un evolucionado Parejo, muy distinto al que llegó, mucho más importante, emulando en ocasiones a ese ya mítico Ruben Baraja, que guía el juego del Valencia con una batuta cada vez más firme y ayudado por la necesaria experiencia que aporta Seidú Keita. El de Malí en cuatro días se ha hecho el jefe de la banda, apoyando la creación gracias a una perfecta colocación e inteligencia a la hora de tomar decisiones. Y me dejo para el final al canterano de lujo que ayer se consagró como delantero indiscutible del actual Valencia, un Paco Alcácer magistral, que ha sabido aprovechar sus oportunidades y sin regalarle nada es el referente claro en punta, demostrando además que en las grandes citas se puede confiar en él. Ojalá la humildad y su buen hacer se mantengan y comande junto a los demás citados y otros un nuevo Valencia campeón. Amunt Valencia!

Fotos extraídas del facebook oficial del Valencia CF.

viernes, 7 de febrero de 2014

Lo que significa ganar al Barsa


Hay veces en la vida que se necesita una alegría inesperada, una dosis de moral extra que nos llene el depósito de la ilusión o al menos nos active una reserva de energía para continuar en la brecha. Los valencianistas estábamos muy necesitados de este subidón de adrenalina que se produce cuando contemplas una victoria del Valencia contra un todo poderoso Barsa. Y este subidón se produjo por fin después de muchos años sin pena ni gloria, después de enfrentarnos a los intocables y salir goleados, o con un regustillo amargo, como quien está a punto de dar la campanada pero se despierta justo en momento antes de alcanzar el triunfo.

El pasado sábado en un horario impropio de un enfrentamiento de tal calibre, el Valencia daba la sorpresa de nuevo en el Camp Nou, como en los tiempos dorados del doblete, para alegría de los blanquinegros y para cura de humildad de los azulgrana. El recién revolucionado Valencia de Pizzi se impuso por 3 goles a 2 en un vibrante duelo sin tregua, con la emoción que despertaban los clásicos Valencia - Barsa de la época de los Mendieta, Piojo, Baraja y las grandes leyendas valencianistas. La sobremesa del sábado será recordada por la parroquia ché como el día en que los suyos creyeron de nuevo en grandes gestas, pusieron la pizca de fe necesaria para imponerse a un grande y consiguieron una sufrida pero merecida victoria, que esperemos se convierta en un nuevo punto de partida. Un resurgir del equipo que devuelva al Olimpo del fútbol el nombre del Valencia CF.

En el partido se contemplaron muchas cosas positivas, el gran resultado conseguido es un bálsamo de aire fresco para los valencianistas que día a día lidiamos con las malas nuevas que nos llegan desde todos los ámbitos. Ganar al Barsa significa dormir satisfecho de animar a tu equipo, en las malas y en las buenas. Ganar al Barsa conlleva que dada la novedad que supone vencer a uno de los equipos mimados de esta #LigaDeMierda volvemos a hablar de fútbol y dejamos a un lado a Bankia, la generalitat y los problemas derivados de la venta de nuestro club.  Volvemos a disfrutar al menos durante 7 días de debatir de las incorporaciones del mercado de invierno, de las salidas, de toda la revolución de Rufete pero todo desde un punto de vista deportivo.

Cierto es que no podemos olvidar todos los movimientos que se producen sobre el proceso de venta, pero a mi me aburren, me hastían hasta decir basta. Lo bonito del fútbol es apoyar a tu equipo jornada tras jornada, ilusionarse con los regates de los jugadores, ver como crecen y hacen crecer al equipo, sufrir los partidos porque quieres ganar siempre y ver levantar a los tuyos un título. Los que tenemos la suerte de haber vivido la época de los éxitos con Benítez, la primera etapa de Ranieri con sus machadas al Barsa y también al Madrid y el Atletico. Los que hemos visto al valencianismo entero copando las calles de la capital, tenemos mono de volver a vivir esas sensaciones.

Así que, a la espera de que se decida cual será nuestro destino, los valencianistas esperamos que la victoria del sábado pasado, además de significar un alivio y un calmante para los sinsabores que venimos padeciendo, sea un punto de inflexión definitivo para ser un equipo con alma, identidad, orgullo y fe. Algo que se vio en el Nou Camp, con el partidazo de Parejo, Feghoulí, Piatti, Paco Alcacer, Diego Alves y Oriol, entre otros. Unos chicos que deberán volver a demostrar que no fue casualidad lo que hicieron. La primera prueba para demostrarlo será mañana justo una semana después, en el mismo horario vespertino. Esta vez recibiendo al equipo que ocupa el otro polo de la clasificación, eso es, contra el Betis.

¿Seguiremos de buen humor después de la visita del colista como lo estuvimos después de visitar al líder? -Yo espero que sí, porque no nos queda otra que tener fe en el equipo, en su reacción, en que los refuerzos funcionen y en recuperar poco a poco el tiempo perdido y volver a disfrutar del fútbol.

Foto extraída del facebook oficial del Valencia Cf.

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