El equipo
venía de ofrecer una cara más alegre y renovada ante el Bate en Champions y la
afición empezaba a esperanzarse pero ya sabemos que con cautela. Y hacía bien,
porque como predije yo y más perros viejos del fútbol, no sería un camino de
rosas lo que nos esperaba ver de este Valencia de aquí a final de temporada. Así
que sin ir más lejos en el siguiente partido, nos encontramos con una nueva
derrota fuera de casa, que puede volver a sacar a relucir los viejos fantasmas.
El encuentro
ante el Betis fue un triste tropiezo ya que devuelve la presión al equipo y al
técnico en cuanto a la necesidad de sumar puntos cuanto antes. Sin embargo no
debemos alarmarnos tan pronto, pues el equipo se puede decir que está en
construcción todavía y hay que valorar más los intentos del equipo y las
reacciones del técnico que el resultado final, que por otra parte es el tercer
1-0 que cosecha el conjunto che fuera de su estadio. Algo que nos ha de servir
para pensar que no está todo perdido, no son derrotas abultadas, lo que puede
servir para mantener la esperanza y confianza en el equipo.
En cuanto al
partido en sí, no se puede negar que fue bastante horrible en general, aunque
podemos separarlo en las dos mitades del mismo. La primera mucho peor, con un
juego desordenado y un “trivote” central que protagonizado por los mismos
hombres de Minsk no interpretó el guión correcto ni de lejos. Y la segunda un intento de remontar que no fue suficiente.
Aquí he de
hacer mención especial a un jugador, pese a quien pese y su nombre es Albelda,
conocido por seudónimos como “el etern capità” “el patriota” pero también con
otros motes como “el muaquis” o “el cono”. He de decir que al no haber visto el
partido en directo, me dispuse a visionarlo en diferido con la ventaja de saber
de antemano cual había sido el resultado y el juego. Esto me sirvió para
analizar más fríamente que de costumbre el sistema y su funcionamiento haciendo
especial seguimiento a algunos jugadores y fijándome mucho en la salida de
balón.
Confieso que
soy poco experimentado en estrategia y me cuesta descifrar patrones de juego,
pero aun así hay signos claros que a uno no se le pueden escapar cuando ha
visto bastante fútbol. Seguí de cerca los movimientos del señor Albelda, y
ciertamente fueron patosos. Observándole creía que estaba ante un chaval que no
ha jugado nunca un partido de fútbol y hace lo que puede, se coloca entre sus compañeros e intenta tocar la bola cuando esta le viene al cuerpo. Sinceramente,
no es nada personal, solo hay que verlo de nuevo y darse cuenta. Ni defiende ni
ataca, está en una posición donde no cubre a ningún rival, solo hace bulto. Y a
esto añadimos el agravante de que las pocas recuperaciones que hace vienen
acompañadas de faltas casi siempre, cuando no de tarjetas. Albelda se limitó a
sugerir a su compañero más cercano donde tenía que realizar el pase, como si él
mismo no jugara en el equipo y no tuviera que pasar el balón por sus pies. La
consecuencia fue de una inexistente fluidez en el centro ya que todo el espacio
que ocupaba este señor en la creación era una zona prohibida, donde el balón
solo cruzaba por medio de los jugadores verdiblancos.
Pellegrino
debió darse cuenta de la inoperancia de esta figura central, pues salió en
la reanudación con Tino ocupando este puesto y Banega con Gago por delante
de él. De esta forma se mantenía el sistema, pero se mejoró en la elaboración.
Sin ser perfecto el cambio de imagen, el equipo consiguió que llegara el balón a
las inmediaciones del área contraria. La clave estuvo en la entrada de Banega y el
retraso de la posición del Tino Costa. Estos dos hombres, junto con Gago se
situaban ahora más juntos y movían la pelota con mucho más criterio intercambiando
sus posiciones sin variar su función global.
Lamentablemente
el cambio no fue suficiente y aunque el técnico realizó dos sustituciones más
con el objetivo de sumar efectivos en ataque, las pocas ocasiones que se
crearon no se convirtieron en el gol del empate. Soldado se tropezó con un buen
portero y el Betis se llevó los tres puntos con justicia.
Más allá de
la derrota lo que me preocupa particularmente es si el técnico ha encontrado un
sistema que consolidar y si la confianza en el señor Albelda es influida por
alguien o realmente cree en él. Esto se me antoja vital, ya que de no aclarar
pronto las ideas puede seguir emulando los defectos de Unai Emery más allá de
lo permitido.
El equipo
necesita con urgencia afianzar una idea de fútbol, basada en un sistema
principal de juego y en un once titular que pueda llevar a buen puerto sobre el
césped la estrategia dibujada en la pizarra. La otra emergencia para Pellegrino
es dotar de la exigencia necesaria al grupo en cada partido, ya que a pesar de
los defectos observados el sábado la cosa hubiera cambiado mucho si se hubiera
ofrecido la misma concentración que se alcanzó contra el BATE.
Finalizo el
análisis un vez más sin tiempo para asimilar mucho los acontecimientos, ya que
esta misma noche nos espera el modesto Llagostera de segunda división B, lo
hará en su casa, en un campo bastante pequeño y donde no tendrá nada que perder.
La copa entra en escena con los equipos de primera. Estos enfrentamientos son
engañosos siempre, pues la exigencia del favorito hace que un equipo como el
Valencia tenga la obligación de ganar y donde una derrota es muy escandalosa.
Pongamos la atención necesaria y no fallemos.