derbi triste, derbi pobre

El fútbol es tan cambiante, que si te pierdes dos o tres días ya no estás actualizado. Quise escribir sobre el derbi del domingo, pero no tuve tiempo.

Poco iba a decir sobre el fútbol visto en Mestalla, primero por que no pude ver el partido, segundo, porque el encuentro fue un 0-0 y no hay mucho que debatir deportivamente.

Pero sin embargo no quiero dejar pasar la oportunidad de comentar cosas que para mi son importantes, para otros quizás nimiedades. Y aprovecho estas horas de margen en las que Unai decide si acepta continuar o no en el mismo barco para decir mis cosas.

La cita entre los dos equipos valencianos, se antojaba como un pasteleo, en el que ambos saldrían beneficiados en un posible empate. El resultado final así lo reflejó, levantando a su vez muchas voces críticas que denunciaban un presunto pacto entre los jugadores.

Después de escuchar comentaristas que vivieron en directo el partido y de ver alguna de las jugadas polémicas y ocasiones fallidas por ambos equipos, mi opinión es que no hubo tal pacto.

Sin embargo, esto no significa que fuera un partido totalmente competido en el que todos salieran a ganar, y es que si en las ocasiones en que existen cosas en juego es difícil que el equipo se motive a no ser que se juegue contra un grande. Qué me vais a contar sobre el derbi de la "germanor".

Bastó pues, con que unos cuantos no estuvieran dispuestos a poner el pie en todas las disputas, o que otros no mostraran el ímpetu necesario para hacer llegar el balón al área rival, para que al final fuera, lo más factible fuera el empate cosechado.

Da la casualidad de que los dos equipos conseguían así sus objetivos buscados.

El Valencia aseguraba la tercera plaza matemáticamente y el Levante la ansiada permanencia. Pero la realidad es que esos objetivos solo contentaron a la afición granota, que es la única que celebró algo al terminar el partido.

Los ches abandonaron el estadio con caras insatisfechas y con un sentimiento de ni fu ni fa, que refleja una falta de ilusión que se viene acrecentado a lo largo de una temporada de lo más larga.

Sinceramente, me da igual que hubiera más o menos pasteleo, no es que lo alabe, soy contrario a ello, pero como ya he dicho, esta indolencia estamos hartos de verla durante muchas jornadas ligueras.

Lo verdaderamente triste es ver lo distanciada que está la postura oficial del club de la que presenta el aficionado. Unos se enorgullecen de un tercer puesto y otros esperan poder animar algún día a un equipo que sea capaz de todo, un equipo que luche en todos los partidos, que no se lo ponga tan fácil a los intocables y por el que valga la pena seguir viendo fútbol.

Dicen que somos campeones de la otra liga, pero mirándolo bien, parece que jugamos una liga aparte, una tercera competición en la que los de debajo están a años luz y los de arriba ya llegaron a la meta hace milenios.

El segundo tema que me entristeció y me provocó una melancolía de aquellas  cosas que no volveré a ver, fue la fría despedida de Vicente. Un futbolista que en su día fue el mejor, pudo ser un crack mundial y nos deleitó con jugadas magníficas, goles espléndidos, y un estilo de juego que me hacía disfrutar de la esencia más auténtica del fútbol. Por ello, dedico este artículo al que durante 11 años lució el 14 a la espalda con la camiseta del Valencia CF, y que lamentablemente solo pudimos disfrutar plenamente 4 años. Etapa que coincidió con una época dorada en el club.

No hablaré de lo malo, su etapa negra la obviaré, aunque cada uno tendrá su opinión al respecto. Me quedo con lo bueno, los aportes positivos y siempre quedará en mi corazón como uno de los ídolos de la mejor plantilla del Valencia que he conocido.