martes, 7 de junio de 2011

Buen momento para hablar y despertar

Son numerosas las veces que reflexiono sobre la idoneidad de decir o hablar de ciertas cosas sobre nuestro Valencia CF. Durante la temporada, más de una vez alzaría impetuosamente mi voz con la intención de criticar actitudes indolentes de más de un jugador o innumerables muestras de falta de criterio en el seno valencianista. Sin embargo, debido a las muchas cosas en juego que dependen del resultado de los partidos, siento que debo matizar mis descontentos y medir mis palabras sobre determinados temas o simplemente callar opiniones.

Es por eso, que en estos momentos en los que poco o nada está en juego y en los que hay tiempo de sobra para planificar la próxima campaña del club, tengo la oportunidad de dar mi opinión sin tapujos acerca de decisiones tomadas por esta directiva.


Se hablaba mucho y aún resuenan las palabras de “limpieza de la plantilla” de cara a la próxima temporada. Después de que Llorente con menos delicadeza de la que me gustaría, renovara por un añito más al técnico más manso que se recuerda de los que han ocupado el banquillo che, todas las miradas se desviaban hacia los mil y uno “alibabas” que pueblan la numerosa plantilla valencianista.  Es un clamor, evidente e indiscutible que en esta ciudad hay mucho “profesional” ejerciendo malas artes y que vive con una comodidad pasmosa costeada por el Valencia CF S.A.D.
¿La causa? sin duda una mala gestión que arrastra desde años atrás el club, que en manos de Juan Soler, quiso emprender proyectos que por capricho del destino no pudieron completarse y por incompetencia en el saber futbolístico acabaron por desmoronarse. Unos, los proyectos urbanísticos y otros los deportivos tenían como finalidad hacer un Valencia más grande económicamente y deportivamente hablando. Pero los primeros por la crisis y los segundos por erróneos y poco consensuados acabaron por fracasar.

Me centraré en los segundos, que por si alguno anda despistado tienen como protagonistas a los fichajes “a cascoporro” (no se me ocurre otra expresión) que se realizaron y que incluían fichas extra-elevadas difícilmente asumibles una vez que los grandes planes fallaron, a lo que hay que añadir renovaciones y fichajes de urgencia que solo sirvieron para empeorar la situación.

Actualmente y con un mercado a la baja, muchos jugadores que antaño vinieron con la vitola de internacionales indiscutibles se han descubierto con un sinfín de atributos a excepción de la calidad y profesionalidad que se les atribuía. Los que no se han dedicado a quemar la noche valenciana, se han dedicado a hacer su guerra particular contra el club, y unos cuantos han ido arrastrando lesiones y molestias hasta que su situación ha pasado a ser insostenible.

La ya comentada situación de crisis ha impedido que estos acomodados o inservibles, etiquetados ambos con la denominación de “transferibles” pudieran ser vendidos o traspasados a otros clubes. Es por ello, que los aficionados llevamos varios veranos viendo como la asignatura pendiente de cada año viene siendo esta criba de jugadores. El periodo estival se vive con la esperanza de ver por fin a un Valencia saneado de ovejas negras que como si se tratase de un árbol bien podado fuera capaz de dar nuevos y suculentos frutos, llamémosles en nuestro caso copas.

La realidad actual sigue con la misma misión incompleta de construir un grupo ganador de jugadores honrados y trabajadores y con dosis de calidad a raudales. Pero no contentos con eso, contemplamos impotentes como el equipo que tanto queremos no es más que un juguete que cambia de manos constantemente y que es usado para beneficio propio por los de siempre. Gente que apela al sentimiento, a la fe en unos colores, pero que a la hora de la verdad no soluciona nada.

Las personas que dirigen el club viven preocupadas en instaurar un negocio donde la pasión del fútbol mute en raciocinio. Se amparan en los números, en las deudas, en los resultados finales de una temporada y en datos fríos y estadísticos para convencer a una afición de que ha de seguir visitando Mestalla sin importarle si el equipo va a salir a ganar o se va a dedicar a hacer cálculos matemáticos para conseguir los objetivos marcados.

El presidente y su sequito, autoproclamados salvadores del club prometieron paz y gloria. Aseguraron tener como prioridad una democratización que por ahora no es más que una dictadura accionarial. Aparecen en asambleas donde exponen sus teóricas virtudes sin dar opción a réplicas y actúan autoritariamente al mínimo intento de oposición que se les presente.

Durante el curso de la competición regular, donde el público de las gradas está pendiente de cómo rueda el esférico, estos señores de traje y corbatas, los tipos de gris del Wall Street valenciano, se dedican a lavar los cerebros de los valencianistas haciéndoles creer que han de conformarse cada año con ser terceros y clasificarse para Europa. Excusándose simplemente en que Barça y Madrid son insuperables porque tienen mayor presupuesto.

Se olvidan entonces de que este Valencia, en las mismas condiciones de desigualdad fue capaz de plantarles cara a esos dos supuestos gigantes intratables y que a lo largo de la historia valencianista siempre hemos sido inferiores económicamente y menos apoyados mediáticamente que los dos trasatlánticos españoles.

De aquella época dorada no hace tanto, pero claro, Llorente, Gómez y compañía se encargan demasiado bien de suministrar somníferos a esta afición, de preparar sus conciencias y contentarse con objetivos mediocres, de arrebatar toda ambición e ilusión por ver fútbol convirtiendo cada partido en un guión carente de originalidad.

De momento lo están consiguiendo, el conformismo está presente en la ciudad, pero ¿Por cuánto tiempo más? ¿Cuándo se acabará la paciencia y la grada, jove o vella, gritará hacia el palco las temidas palabras?
Nunca se está a salvo de la reacción del pueblo y si no lo creen, pregunten a los políticos. 

5 comentarios:

  1. las malas gestiones se arratran años, pero la grandeza del club esta por encima, espero que hagais una buena plantilla

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  2. la sensacion que se da desde fuera es que el valenciaha hecho una gran campaña y que a quedado primer en la "otra liga" pero realmente creo q el valencia no debe conformarse con eso, y cuidado que hay equipos que van para arriba como el malaga...

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  3. Todo lleva su tiempo. No se puede pasar de la ruina mas absoluta a un club saneado y feliz. No se puede democratizar el club cuando poderosos y perjudiciales tiburones de antaño siguen merodeando las aguas valencianistas. No se puede prometer titulos cuando la realidad es que con lo que hay no da para mas. No se ha aborregado al valencianismo, solamente se ha sido sincero con las aspiraciones que ahora mismo se pueden marcar. Hay que dejar trabajar y esperar a que la tormenta pase y eso lleva tiempo. Los frutos se recogen cuando se tiene paciencia con la siembra. Un abrazo xiquitins!

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  4. Lo grave no es que el Valencia quede a 20 puntos de Bará y. Madrid, el delito está en que el Valencia hoy por hoy es un club con cero ambición. Desde arriba se transmite la imágen de que este es un club mediocre, conformista y ramplón, y eso llega a los jugadores y el técnico. Saludos.

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  5. Por supuesto Noé. Y esos 20 puntos es los que demuestra esa poca ambición. Sin embargo se sigue poniendo una y otra vez la excusa de lo económico. pero es que los que están se pusieron para resolverlo y se suponía que había un plan de Viabilidad. A la hora de la verdad no han hecho nada que no hubiera conseguido cualquier presidente, salvo acabar con la lista de espera de los pases.

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